King VIP

De pequeño, su sueño era ser futbolista. En su etapa escolar se estaba preparando para eso; pero a Jullian Hurtado le cambió la vida cuando sus padres se separaron, y él apenas tenía 9 años. Muy pronto su madre se iría a vivir a Estados Unidos, y quedaría bajo el cuidado de su padre, quien tenía una discoteca. Allí empezó a trabajar con apenas 11 años. Su sueño cambió sin siquiera darse cuenta, y la música se convirtió en su nueva pasión.
Nacido en Guayaquil, Ecuador, el 6 de septiembre de 1986, Jullian es el segundo de tres hermanos. Desde los primeros años de su adolescencia comenzó a tocar infinidad de puertas, y muchas de ellas se las cerraron de un solo golpe. “Apenas eres un muchacho, todavía te falta mucho”, escuchó una y otra vez. Pero eso no lo desanimó. Se subió a tarima con diferentes grupos con los que le gustaba improvisar; se iba a los centros comerciales a cantar en vivo para los asistentes, participó en varios videos musicales y grababa constantemente con DJs de la ciudad.
Todo esto lo hizo a la par de su trabajo en la discoteca de su padre, donde ayudaba al DJ de turno a mezclar ritmos, improvisar e incluso animar al público. Hasta en el colegio San Vicente, donde estudió la primaria, fueron testigos de su talento al formar parte de grupos juveniles y ser el “rapero” de todas las fiestas.
“No tuve una juventud normal, de salir a jugar con amigos o estar de fiesta. Mi adolescencia me la pasé trabajando; pero no me arrepiento porque fue en la discoteca de mi padre donde aprendí de música. Allí estaba desde las 4:00 de la tarde hasta las 4:00 de la mañana seis días a la semana. Nunca le reprocharía nada a mi padre, lo que soy hoy en día es debido a esa experiencia, fue mejor estar allí que en la calle haciendo algo indebido”.
Intentó seguir el camino que todos los padres desean para sus hijos y se graduó de Filosofo Social, lo que en Ecuador equivale al primer paso antes de entrar a la escuela de Leyes. Pero nunca estudió una carrera profesional. Su vida era la música.
Cuando cumplió los 18 años, se decidió a formar un grupo llamado Barrio. Con la ayuda de DJ Valdez, comenzó a darle forma a un tema de su autoría, pero el público nunca llegó a escucharlo. Quedó en versos y algunas pistas. La razón: Jullian se mudó a Houston, Estados Unidos, a buscar un mejor futuro junto a su madre.
Una vez en Houston, le tocó trabajar duro para labrarse un camino en esta tierra de oportunidades, pero también de esfuerzos. Quiso retomar los estudios, pero sin abandonar la música. Como un viraje del destino, fue a un retiro de la iglesia y allí conoció a quien se convertiría en su amigo, y que lo ayudó a formar parte de varios grupos musicales. Uno de ellos fue La Potencia, donde cantaba al estilo de cumbia y tuvo la oportunidad de viajar por varias ciudades del estado. Junto a ellos, sacó su primer disco, llamado La Potencia. El rap, la cumbia y el reguetón se combinaron en un total 10 temas, cinco covers y cinco originales del productor Jesse Duran.
Poco más de un año después el grupo se separó, por lo que incursionó en la música como solista. A los 26 años el destino tocó de nuevo a su puerta, en la persona de Fernando Domínguez, ex integrante de Cumbia Kings. “Me escuchó una noche y me pidió grabar un tema juntos”, contó. La canción se llamó Menea menea, de su autoría. Su carrera dio un vuelco. “Fue una experiencia muy buena, de crecimiento. Estaba abriendo conciertos, levantando el nivel, conociendo más gente y tomando todas las oportunidades que se me presentaban”.
Su segundo sencillo fue Toketeo, en el que participaron artistas de Ecuador, Honduras y México. Tuvo una gran acogida del público, e incluso ganó el premio a la mejor canción y ocupó los primeros lugares de las carteleras de radio regionales. Ahora, el foco está en su nuevo sencillo, Sigue Bailando Mi Amor, y en la producción de un nuevo disco con el que debutará como solista y espera catapultarse al éxito.
Mientras se labra su futuro como cantante, Jullian trabaja como mecánico Diesel, con el sueño de dedicarse 100 % a la música, en un futuro que espera no sea muy lejano. El joven vive con su esposa. A la madre de sus tres hijos la conoció recién llegado al país, cuando trabajaba en una lavandería, el lavando y ella secando ropa. Sus herederos, Briana de nueve años, Alan de 11 y Melanie de 13, lo apoyan en su carrera. “Briana es fanática de Selena, se viste y peina igual que ella y se la pasa cantando todo el día. Ellos son mis motores para salir adelante y cumplir mi sueño”.