La Tia Catita

Por el año de 1920 en la Ciudad de México, la Srta. Catalina del Valle “la Tía Catita” estudiaba en la escuela de artes y oficios, para lo que en ese entonces se denominaba “maestra de cocina”, ahí aprendió diversas técnicas y recetas de cocina pero sobretodo desarrolló sus habilidades para crear sus propias recetas. Sin duda la receta de “El Mole” creada en 1925 es la más importante de todas ellas.
Durante varios años “la Tía Catita” dio clases de cocina a particulares, para los años 1950-1954 trabajó en una cremería donde le permitían vender su mole y su adobo con lo que pudo mejorar su ingreso.
El 10 de octubre de 1954 su sobrino Ernesto, quien había estado a su cargo desde niño, se casó. Se organizó una gran fiesta donde la comida que se ofreció a los invitados precisamente fue “el mole”, como dicta la tradición. Según cuenta la novia que se casó ese día, “Mamá Rita”, los invitados estaban encantados con el mole, decían nunca haber probado uno tan bueno, no hubo quien no repitiera plato, se dio un efecto como con la comida de Tita en como Agua para Chocolate. A insistencia de los comensales, “la tía Catita” empezó a elaborar el mole en mayor cantidad y a venderlo bajo pedido. Al cabo de unos meses ya no tuvo necesidad de trabajar en la cremería y se dedicó a preparar y vender su mole y su adobo desde su casa.
La exquisitez de “el mole” corrió de boca en boca y la tía Catita se hizo famosa en la Cd. De México de los años 50s y 60s gracias a él. Personalidades del cine mexicano como Sara García, María Felix y Emma Roldan fueron clientas recurrentes. La incursión de “la tía Catita” en ese ambiente se dio gracias a su hermana Aurea, quien trabajaba como modista en una tienda de corsetería ubicada en la calle 16 de septiembre del centro histórico de la Cd. De México. Aurea acostumbraba obsequiar una bolsita de “El mole” a sus mejores clientas, quienes finalmente terminaban siendo amantes de la receta de “la tía Catita”.
Para 1967 la “la tía Catita” logró comprar una casa gracias al éxito de “el Mole y o se mudó, junto con sus hermanas y sobrina, de la zona centro de la Cd. De México a la zona de Coyoacán, sector donde Emilio “El Indio Fernández” tiene su casa y lugar donde se realizaban algunas grabaciones con lo que mantuvo e incrementó su clientela perteneciente al medio artístico. Su mole se internacionalizó gracias a esto ya que le compraban para llevar una muestra del sabor de México a EUA y Europa.
La tía Catita tuvo la oportunidad de vender sus recetas del mole y del adobo, sin embargo nunca aceptó ningún ofrecimiento y las recetas se quedaron como un legado familiar que solamente compartió con las dos mujeres, que en distintos momentos, le ayudaron con la preparación y que son parte de la familia: Mamá Rita y la tía Até.
Cuenta “Mamá Rita” que cuando ya tenía a cuatro de sus seis hijos, “la tía Catita” le dijo… “Rita, tu ranchito ya está muy grandecito, que bueno que aprendiste a hacer el mole, te va a servir mucho para ayudar a tu familia”.
“La tía Catita” siguió preparando y vendiendo el mole hasta el mismo año en que falleció, 1975. “La tía Catita” preparó y vivió de “el mole” 50 de sus 75 años de vida. A partir de entonces su sobrina Raquel “la tía Até”, educada por ella, siguió con la tradición de preparar y vender el mole desde la misma casa de “la tía Catita”, hasta hace unos cinco años cuando los males propios de su avanzada edad se lo impidieron. “La tía Até” preparó y vivió de “el mole” por 35 años. Paralelamente “Mamá Rita” ha preparado y vendido “el mole” con la receta de “la tía Catita” por los últimos 40 años.