Los adultos responsables cotidianamente ofrecen y concretan compromisos con sus familiares para toda una vida. Ser madres y padres, hijos, hermanos… demuestra toda la fé, el valor, el amor y el compromiso para con los nuestros. Parte de esa responsabilidad es, con la ayuda del tiempo, hacer lo que esté en nuestro alcance para proteger a nuestra familia de aquellos eventos inevitables. La muerte o enfermedad de un ser querido es siempre un acontecimiento triste y doloroso. Nunca estamos realmente preparados para este tipo de eventos. Cuando la persona afectada es quien provee a la familia, es habitual que junto con el inmenso dolor, sus familiares se enfrenten además a la difícil situación de solventar los gastos que conlleva. Si a esto sumamos los costos habituales de los tratamientos y terapias médicas, o por desgracia los servicios funerales, las probabilidades de un grave desequilibrio económico son considerables, a veces incluso poniendo en riesgo el patrimonio familiar, pide que PREVISOR te asesore y vive tranquilo.